La vivienda en la que Jorge Bergoglio pasó sus primeros años de vida aún no cuenta con resguardo legal que impida su demolición. Organizaciones civiles exigen su declaración como patrimonio arquitectónico.
En medio del dolor por la muerte del Papa Francisco, surgió un reclamo que pone en foco una deuda pendiente de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires con su historia reciente. Diversas organizaciones dedicadas a la preservación del patrimonio solicitaron que se declare monumento arquitectónico la casa natal de Jorge Bergoglio, ubicada sobre la calle Varela, en el tradicional barrio porteño de Flores. A pesar de tratarse del hogar en el que nació el primer papa argentino y donde vivió hasta los cinco años, la propiedad no cuenta con protección legal que impida su demolición.
La fachada del inmueble mantiene hasta hoy dos puertas con rejas blancas de trazos geométricos simples y forma parte del popular tour del papa Francisco que recorre distintos puntos vinculados a su infancia y juventud en la Ciudad. Sin embargo, la edificación no figura entre los inmuebles catalogados como patrimoniales por la normativa vigente.
En este sentido, la asociación civil Basta de Demoler denunció: “El colmo de Buenos Aires es que la casa del Papa Francisco en Flores no está protegida como patrimonio arquitectónico y podría ser demolida. Solo hay una placa en su fachada pero no una protección legal efectiva. Los porteños no pueden seguir rifando su ciudad”.
Asimismo, desde la cuenta de X Buenos Aires Perdida lamentaron la ausencia de medidas de resguardo patrimonial: “La casa de Flores donde vivió muchos años el Papa Francisco tiene una placa puesta por la Legislatura de CABA en 2014, pero nunca se les ocurrió darle protección patrimonial. Vergonzoso lo del Consejo Asesor de Asuntos Patrimoniales”.
En el cumpleaños número 78 de Jorge Bergoglio, el 17 de diciembre de 2014, la Legislatura porteña colocó una placa en el frente del inmueble para reconocer que allí nació quien más tarde se convertiría en Sumo Pontífice. A pesar de ese gesto, la vivienda no figura en los registros oficiales de protección ni cuenta con resguardo jurídico que impida modificaciones estructurales o su eventual demolición.
Por su parte, desde el área de Desarrollo Urbano del Gobierno de la Ciudad explicaron que el Ejecutivo no tiene competencia directa para definir qué construcciones merecen ser preservadas. “No es el Gobierno porteño el que decide si algo tiene un valor o no, sino que lo hace el Consejo Asesor de Asuntos Patrimoniales (CAAP), o lo puede hacer la Legislatura, con fuerza de ley”, indicaron al diario Tiempo Argentino.
En tanto, voceros del Gobierno de la Ciudad aseguraron que otras propiedades vinculadas a la biografía de Francisco sí están protegidas. “Todos los inmuebles relacionados con la vida de Bergoglio en el barrio están protegidos, son sitios históricos y hay un recorrido desde hace unos años por la escuela, la casa de Membrillar (donde vivió después de los cinco años), etc. Eso tiene protección, salvo esta casa”, señalaron.
De tal modo, la vivienda de Varela permanece como una excepción dentro del mapa patrimonial del papa argentino. A su vez, el caso reabre el debate sobre la eficacia de los mecanismos de protección histórica y cultural en la Ciudad, donde distintos referentes insisten en que muchas construcciones de valor simbólico carecen de un marco jurídico adecuado para garantizar su conservación.
En un momento en el que miles de fieles de todo el mundo se acercan a despedir a Jorge Bergoglio, su casa natal en el barrio de Flores se encuentra desprotegida, pese a su significado afectivo y cultural. Mientras la Legislatura y el Consejo Asesor de Asuntos Patrimoniales permanecen en la mira por su inacción, las organizaciones civiles insisten en evitar que un sitio cargado de historia quede a merced del olvido o, peor aún, del negocio inmobiliario.
(656)