abril 23, 2024
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Cine de culto que atrapa: Picnic at Hanging Rock

Por Leandro Carregado* 

¡Hola! En este número hablaremos acerca de una película que ha llegado a convertirse en un clásico de culto del cine australiano: Picnic at Hanging Rock realizada en el año 1975 por el director Peter Weir. Basada en el libro del mismo nombre de la autora Joan Lindsay, la película narra la historia de un grupo de niñas perteneciente a un colegio de señoritas de la alta sociedad en lo profundo de Australia de la época victoriana.

En el año 1900, en el día de san Valentín, las estudiantes son llevadas en una excursión a un lugar cercano: Hanging Rock, una formación volcánica ubicada a pocas millas del instituto. Pero durante ese fatídico día, 3 de las jóvenes y una de sus maestras desaparecen sin dejar rastro. Y ese es solo el comienzo de la historia que el director nos va plantear.

Porque no es una historia acerca de la resolución de un misterio, sino del misterio en sí, de la huella profunda que deja en todos aquellos que estuvieron relacionados con él y del papel que la naturaleza juega como un elemento vivo y todopoderoso. Weir dejó en claro que no quería arruinar el film dando respuestas, sino que su intención era sembrar las pistas para que nuestra imaginación las cosechara.

Y lo hizo de una manera sumamente bella y poética: las largas tomas de los lugares en paleta marrón y naranja para trasmitirnos la sensación de calor, el uso de la cámara lenta, del fundido encadenado entre imágenes, como si todos los elementos estuvieran destinados a ese trágico final. Este misterio también se observa en el despertar sexual de las estudiantes en medio de un ambiente represivo.

El amor está presente en la escuela en distintas maneras: entre estudiantes, maestras y más tarde, entre los muchachos que fortuitamente se cruzan con las chicas antes de su desaparición: un momento que marcará su destino. Un joven se enamorará de Miranda, la líder del grupo y quien tiene más claro el presagio de lo que ocurrirá. Hechizado por la figura de Miranda, el joven Michael arriesgara su vida para encontrarla.

Lo ominoso deja su huella en cada fotograma: en los relojes que se detienen, en las miradas perdidas, en palabras que suenan a despedida o en los pasadizos mismos de Hanging Rock. Una película que nos atrapa y nos pierde lentamente entre sus imágenes, como en un sueño.

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