mayo 29, 2025
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Francisco, el Papa que nació en Flores y conquistó al mundo desde la humildad

Antes de convertirse en líder de la Iglesia Católica, Jorge Bergoglio forjó su camino en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires con una vida marcada por la fe, la austeridad y el compromiso con los más vulnerables.

Jorge Mario Bergoglio, conocido mundialmente como el Papa Francisco, nació el 17 de diciembre de 1936 en el barrio de Flores, en el seno de una familia de inmigrantes italianos que se asentó en una vivienda modesta del oeste porteño. Su infancia transcurrió entre juegos callejeros y vivencias sencillas que, con el paso de los años, se transformaron en el cimiento de un liderazgo global basado en la cercanía, la humildad y el contacto directo con los más necesitados.

Fue bautizado en la Basílica de María Auxiliadora y San Carlos y realizó su Primera Comunión en la Iglesia Nuestra Señora de la Misericordia, donde también asistió al jardín de infantes. Inició su escolaridad en la Escuela Nº 8 “Cnel. Ing. Pedro Antonio Cerviño”, la cual completó en la localidad bonaerense de Ramos Mejía. En 1955 egresó como técnico químico de la Escuela de Educación Técnica Nº 27 “Hipólito Yrigoyen”, ubicada en el barrio de Monte Castro. Poco después, comenzó a trabajar en un laboratorio de análisis industriales sobre la calle Azcuénaga, en el barrio de Recoleta.

Sin embargo, a los 17 años, un episodio cambió el rumbo de su vida. Mientras se confesaba en la Basílica de San José de Flores, experimentó una profunda vivencia espiritual que, según confesó años después, lo llevó a descubrir su vocación religiosa. Ese instante marcó un antes y un después. Tanto es así que, en 2016, se colocó una placa en ese mismo confesionario junto a una lámpara que se enciende con un sensor, en recuerdo de aquella “iluminación interior”.

En 1958, Bergoglio ingresó al Seminario de Villa Devoto, influenciado por la formación jesuita. Ese mismo año se incorporó a la Compañía de Jesús, completó su noviciado y cursó estudios de humanidades en Chile. Posteriormente, obtuvo su licenciatura en Filosofía y Teología en el Colegio Máximo “San José” de San Miguel, donde también fue docente de literatura y psicología. En 1969 fue ordenado sacerdote y en 1973 realizó su profesión solemne como miembro de la orden jesuita. Durante esa etapa fue rector del Colegio Máximo y, más tarde, completó estudios de doctorado en Alemania. De regreso al país, se desempeñó como director espiritual en Córdoba.

El Papa Juan Pablo II lo designó obispo auxiliar de Buenos Aires en 1992. Desde entonces, fue asumiendo responsabilidades clave: primero como vicario episcopal de Flores, luego como vicario general de la arquidiócesis y más tarde como arzobispo coadjutor. Finalmente, en 1998 fue nombrado arzobispo y primado de la Argentina. En 2001, fue creado cardenal con el título de San Roberto Belarmino.

Durante su misión pastoral en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Bergoglio se destacó por una vida de notable austeridad. Utilizaba transporte público para trasladarse, recorría hospitales y cárceles, celebraba misas en defensa de las víctimas de trata y visitaba villas de emergencia. En 2009, fundó la Vicaría para la Pastoral en Villas de Emergencia, reafirmando su opción por una “Iglesia pobre y para los pobres”.

Asimismo, impulsó el diálogo ecuménico e interreligioso, promoviendo encuentros con comunidades cristianas, judías e islámicas. En este sentido, su mirada siempre estuvo enfocada en construir puentes, no muros. También presidió la Conferencia Episcopal Argentina entre 2005 y 2011, desde donde profundizó su prédica por una sociedad más justa, inclusiva y fraterna.

Bergoglio participó del cónclave que eligió a Benedicto XVI, y tras su renuncia, fue elegido Papa el 13 de marzo de 2013. Eligió llamarse Francisco, en honor a San Francisco de Asís, un símbolo de paz, humildad y amor por los marginados. Desde ese lugar, proyectó su mensaje al mundo: compromiso con los más débiles, rechazo a los lujos, cercanía con los pueblos y defensa de la vida desde una perspectiva social y espiritual.

En palabras de sus colaboradores, su propósito siempre fue claro: una Iglesia abierta, sensible a las necesidades del prójimo y dispuesta a acompañar los dolores del mundo. “La edad no es una barrera sino una fuente de conocimiento; la inclusión se construye con diálogo, voluntad política y compromiso compartido”, afirmó en otra ocasión César Torres, secretario de Gobierno y Vínculo Ciudadano porteño, resumiendo una idea que bien podría representar el espíritu con el que Bergoglio condujo su vida desde los días en Flores hasta su consagración en el Vaticano.

La historia de Jorge Mario Bergoglio es inseparable de la Ciudad que lo vio nacer y crecer. Desde los bancos de una escuela técnica en Monte Castro hasta los pasillos del Vaticano, su recorrido muestra una coherencia vital atravesada por la fe, el compromiso social y una forma sencilla pero profunda de vivir el Evangelio. Francisco, el Papa nacido en Flores, no solo marcó un hito en la Iglesia Católica, sino también en el corazón de millones que reconocen en su figura un faro de humanidad y esperanza.

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