marzo 28, 2024
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HACE 86 AÑOS EL GRAF ZEPPELIN SOBREVOLABA CABALLITO

El 30 de junio de 1934, dado el entusiasmo fervoroso de los vecinos por ver amarrar el Graf Zeppelin, la Municipalidad lo declaró día de asueto.
El primer día hábil siguiente las alumnas de la Escuela Normal Nº4 escribieron en clase Composición tema: “Impresiones que me ha causado el Graf Zeppelín”.
Reproducimos algunos de aquellos testimonios que fueran publicamos por la revista «Elevación», perteneciente al Normal Nº 4.
Desde varios días antes de su llegada sólo se oía en boca de todos lo mismo: “llegará a tal hora”, “tiene tantos pasajeros”. Por primera vez íbamos a recibir la grata visita del dirigible alemán Graf Zeppelín. Fuimos siguiendo su recorrido desde que dejó Friedrichshafen, sin perder detalle que saliera en los periódicos. Atravesó el gran océano y llegó a Río de Janeiro. Los ánimos se inquietaron. ¡Lo teníamos tan cerca! Buenos Aires se despertó más temprano que nunca. Desde las dos de la madrugada el dirigible ya nos visitaba, estaba describiendo círculos sobre nuestras cabezas y observaba a la gran metrópoli dormida. Su ruido ronco alarmó a la ciudad entera y vimos en varios minutos cubrirse terrazas, balcones y aceras de personas ansiosas de observar aquello tan esperado.
A pesar de eso nos tomó de sorpresa ver surcar el aire esa bala hermosa, grande, imponente…
Alicia H. Carrasco – 2º Año “B”

Nuestros ojos atónitos contemplaron, surcando el cielo de nuestra metrópoli, en la mañana del 30 de junio, una de las maravillas de este siglo de adelanto sin fin. Era el sueño de Julio Verne hecho realidad. El Graf Zeppelín, el coloso plateado había vencido todas las dificultades y desafiando todos los obstáculos se presentaba ante nuestra vista, luciendo su elegante y majestuosa silueta de cetáceo de aluminio. Volaba a tan escasa altura y tan serenamente, pasando entre las torres y cúpulas de los más altos edificios, que fácilmente se podían distinguir los pasajeros que se asomaban por las ventanas de la barquilla y las aletas situadas en la parte posterior, que le dan el aspecto de un enorme pez volador, y observar la cruz swástica, distintivo del actual gobierno alemán y la bandera de dicha nación.
El Graf Zeppelín tiene más o menos dos cuadras y media de largo, por treinta metros de ancho. Puede desplegar una velocidad de 128 kilómetros por hora, gracias a sus cinco poderosos motores.
El dirigible puede transportar unos 70 pasajeros perfectamente instalados en la barquilla. Gozan de todos los adelantos y comodidades modernas. Su descenso en campo de mayo fue triunfal. El ruido tan característico de sus motores en vuelo cesó de pronto para iniciar su aterrizaje. Primero fue un silencio de toda la multitud, embargada por el magnífico espectáculo, luego gritos, aplausos, vivas que brotaban de todos los labios desbordantes de admiración y júbilo. Siguió el descenso de los pasajeros, entre los saludos de sus familiares, escena que repitió una hora después, en el momento de la partida. Entonces estalló y desbordó el júbilo popular, como una demostración de simpatía hacia el célebre Dr. Eckener, comandante de la nave, que recibía conmovido el sincero homenaje. ¡A qué extraordinarios inventos se llega!
El dirigible pasea por el mundo desde 1928, sin haber sufrido el más leve accidente.
Mabel Manacorda – 2º Año “B”

 

El dirigible sobrevolando la zona de Parque Centenario

Sobrevolando la avenida Gaona a la altura de la Parroquia Nuestra Señora del Buen Ayre

Medalla acuñada para la ocasión

 

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