marzo 19, 2024
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Las debilidades y fortalezas argentinas 

La situación crítica por la que pasa nuestro país es la sucesión prolongada de malas administraciones. No es solo culpa de la mala gestión del gobierno actual. Incluye al anterior y a todos los que los precedieron. Hay que ir varias décadas para atrás, en el túnel del tiempo, para encontrar algún período, donde haya primado la racionalidad.

Realmente es muy difícil de comprender que es lo que nos pasa como Nación y como sociedad, para no poder revertir la situación. No hace falta citar a países con más desarrollo y posibilidades que el nuestro. En el camino de encontrar modelos, solo es necesario mirar a nuestros vecinos. Todos han conseguido dominar ese flagelo que representa la inflación. Uruguay, Paraguay, Chile, Bolivia, Perú o Brasil. Todos los que nos rodean se han liberado de esa pandemia que, para nosotros, se ha enquistado de manera crónica.

¿Cuándo llegará el ansiado instante en que la dirigencia argentina, deje de jugar para sus intereses partidarios y se enfoque a solucionar los gravísimos temas centrales de nuestra decadencia? Esa palabra final de la última frase, es lo que nos define. Somos un país en decadencia, porque hace más de medio siglo, nuestra ubicación en el mundo, era muy superior a la actual. Sobre todo, en América Latina, en algún momento, fuimos el ejemplo a seguir. Ese país que fuimos ha quedado muy lejos. La tierra de oportunidades para los inmigrantes, promisorio, próspero. Con un sistema educativo que fue el modelo a seguir por muchos de nuestros vecinos.

Pioneros en la explotación petrolífera. Ni hablar del campo y sus riquezas, reconocidas por las naciones del mundo. La investigación nuclear. Los astilleros. Nuestra industria. Fuimos perdiendo todo. La principal razón es la falta de capacidad de nuestros dirigentes para controlar la inflación. Principal síntoma de una enfermedad terminal. Evolucionar, no involucionar. A partir de eso se produce la caída vertiginosa y persistente. Es como una empresa que ha perdido el rumbo y la quiebra es un destino casi indiscutible. Mientras se repitan los mismos mecanismos que la llevaron a esa situación.

Una empresa que no ha tenido la oportunidad de ser manejada por los dirigentes idóneos para encausar su rumbo. Cualquier emprendimiento, también los países, pueden ser recuperados de los malos manejos. La forma es abordar la decisión de querer revertir la situación. Para comenzar a armar un proyecto o para recuperarlo de su rumbo negativo, se comienza por elaborar un plan de negocios. Se comienza con el análisis de cuáles son sus virtudes y falencias. Es necesario distinguir las fortalezas y debilidades.

Enfocando en el caso de nuestro país, la situación actual nos coloca ante la problemática de elegir una salida para terminar con la crisis. En primer lugar, para curar un enfermo, lo primero que se debe realizar es el diagnóstico. De otra manera, no hay cura posible. Estamos en rojo. Debemos planificar de qué manera nos estabilizamos. Para iniciar el proceso de sanación es necesario conocer porqué llegamos a ese punto. Después analizar cuáles son los mejores tratamientos. Esto debe ser realizado por los mejores especialistas. La vida del paciente está en riesgo

¿Cuál es la razón de nuestra enfermedad? ¿Qué es lo que se hizo mal y qué fue acertado? ¿Cómo vamos a cambiar los errores cometidos? Empecemos por unirnos para, entre todos, encontrar el camino para el desarrollo. En el diagnóstico de la situación aparecen las debilidades, de manera principal gastar más de lo que se produce. Desperdiciar el valor de nuestros recursos naturales. Están mal explotados. Desperdiciamos un territorio inmensamente rico, en una enorme diversidad. La mejor iniciativa para la recuperación es generar la riqueza que nos permita crecer como sociedad y como Nación. Aprovechemos los recursos que disponemos.

Seguimos con las debilidades: La emisión exagerada de billetes, lo cual degrada su valor. Salarios por debajo de las necesidades. La pobreza. La desocupación. El sistema educativo. Destinar gran parte del presupuesto en pagar subsidios en lugar de generar trabajo y mejores salarios. Endeudamiento indiscriminado. Pedir prestado para pagar deudas, es multiplicarlas. Lo que se necesita son inversiones que abran fuentes de recursos y producción, lo cual genera empleo y crecimiento. Una moneda totalmente depreciada.

Las fortalezas que nos permitirían encarar la estabilización y el crecimiento están enfocadas en el material humano valioso y capacitado valorado en todo el mundo. A partir de allí es necesario enfocar de manera prioritaria, optimizar la explotación de los recursos con que la naturaleza favoreció a estos suelos. Hablemos del petróleo, el gas, la minería, la pesca, la agricultora la ganadería, entre otros. Las industrias, los servicios, la innovación, la inteligencia artificial. Es urgente analizar la problemática de cada uno de estos factores, para sacarles el máximo de su rendimiento.

Es incomprensible que un país como este, con una capacidad de producir alimentos para 400 millones de personas, está obligado a brindar asistencia alimentaria a 11 millones de ciudadanos. Hasta un niño se da cuenta de que algo muy importante está fallando. La auditoría para el diagnóstico, debe responder al siguiente interrogante ¿cómo estamos y con qué contamos para emprender el camino del desarrollo?              En este sentido, dejaremos de lado, el sectarismo y los dislates de priorizar a un sector y postergar a otro. Como la gastada antinomia de campo-industria.

Nada más retrógrado que un concepto como éste. Una Nación que pretenda colocarse entre los países desarrollados, no puede permitirse el lujo de descartar cualquier actividad. Es la industria más el campo, y los servicios. La matriz energética, la minería, todo suma y se complementa y todos se necesitan entre sí. Así se avanza, se crece y se sale da la pobreza. Nunca más volver al pasado fracasado. Debemos ponernos de pie y mirar hacia el futuro. Ir hacia adelante con el dirigente que merezca y pueda conducirnos a ese lugar. Se llame como se llame. Lo prioritario es que el pueblo tenga la convicción de lo que quiere alcanzar.

“Ser o no ser, esa es la cuestión”. Es hora de demostrar que estamos para más y dejar de lado e ignorar a los que se empantanan en el camino de la confrontación. Terminar con las injusticias representadas por la pobreza, el desempleo, la corrupción. No todo está perdido. Hay mucho potencial para rescatar y convertir la decadencia actual en un proceso de desarrollo y de crecimiento. Es fundamental saber dónde estamos parados. De qué recursos disponemos. Si los estamos manejando con inteligencia o se les puede agregar valor. Tratemos de extraer de cada uno, su mejor rendimiento.

Esas son las herramientas, que debidamente utilizadas, nos harán crecer y salir de la pobreza. Como Nación y ciudadanos. No debemos, solamente ocuparnos de potenciar nuestras fortalezas, también es necesario disminuir nuestras debilidades, para que no vuelvan a afectarnos. El remedio es crecer, estabilizarnos, generar fuentes de trabajo. Ese es el antídoto que nos va a proteger del virus de la pobreza, la falta de trabajo y oportunidades.

Esta nota es la presentación de la serie “Las fortalezas argentinas”, que iremos publicando en la web “Las Miliuna Porteñas”. Nos vamos a asombrar de la riqueza que estamos desaprovechando. Optimizar su rendimiento significaría disponer de los recursos para convertirnos en un país estabilizado, en constante desarrollo y con un pueblo debidamente ocupado y remunerado.

Por Francisco Grillo

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