marzo 28, 2024
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Los árboles de la Ciudad que fueron testigos de la historia del país

Los árboles tienen probabilidades de vivir muchos años, algunos ejemplares de ciertas especies llegan a tener milenios. En algunas ocasiones pueden convertirse en testigos de acontecimientos históricos y entonces se los reverencian y cuidan de una manera especial. En la ciudad de Buenos Aires hay seis árboles catalogados como históricos y nueve retoños de árboles históricos.

Otros árboles son declarados notables y, a veces, la característica de «notable» se la da la prepotencia de su vigor y gran edad, entonces se habla de árboles monumentales. También pueden ser notables por sus características ornamentales excepcionales o su valor botánico. Otras veces, porque son significativos para la comunidad o porque se plantaron en homenaje de alguna persona destacada o como recordatorio de cierto hecho especial, para que perdure vívidamente en el futuro.

Magnolias del Protomedicato (Magnolia grandiflora) y Magnolia de Avellaneda (Magnolia grandiflora).
Magnolias del Protomedicato (Magnolia grandiflora) y Magnolia de Avellaneda (Magnolia grandiflora). Fuente: Jardín – Crédito: Inés Clusellas

En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires hay pocos árboles históricos, aunque casi 600 fueron declarados notables. Son árboles históricos las magnolias del Protomedicato (Humberto 1º 343) en San Telmo. Muy antiguas, se encuentran vigorosas buscando en altura el sol. Se cree que fueron plantadas en el siglo XVIII, en la sede de un tribunal de médicos avalados por la Corona española que actuaba como evaluador de postulantes a practicar la medicina. Actualmente, en ese lugar se encuentra la Escuela N° 22, Dr. Guillermo Rawson.

Hay otra magnolia histórica -también como las anteriores perteneciente a la especie Magnolia grandiflora-, que fue plantada en la inauguración del Parque Tres de Febrero de Palermo en 1875. La creación del parque fue impulsada por Sarmiento, sobre terrenos que habían pertenecido a Rosas. Parece que el impetuoso Sarmiento esperaba inaugurar el parque bajo su presidencia, pero el acto ocurrió bajo la presidencia de su sucesor, Nicolás Avellaneda. Entre ambos hubo un entredicho por la elección de la especie a plantar y ganó la disputa Avellaneda. La magnolia sigue en pie.

Aguaribay del Perito Moreno (Schinus areira).
Aguaribay del Perito Moreno (Schinus areira). Fuente: Jardín – Crédito: Inés Clusellas

El aguaribay del Perito Moreno data probablemente de 1872. Es un aguaribay que aún sobrevive en lo que es hoy el Instituto Bernasconi, en Parque Patricios. Lo plantó Francisco Pascasio Moreno, muy joven, en su quinta familiar, al crear un lugar para albergar su primera colección museológica, que con los años sería la base del Museo de La Plata. Este apasionado naturalista y geógrafo fue el impulsor de la creación del primer Parque Nacional: el Nahuel Huapi. Luego de retirarse de sus funciones como director del Museo de La Plata, volvió a esa casa donde creó comedores gratuitos para niños carenciados del lugar.

Izq.: Ceibo de Alvear (Erythrina falcata). Der.: Retoño del pacará de Segurola (Enterolobium contortisiliquum).
Izq.: Ceibo de Alvear (Erythrina falcata). Der.: Retoño del pacará de Segurola (Enterolobium contortisiliquum). Fuente: Jardín – Crédito: Inés Clusellas

En la esquina de la calle Puan y Baldomero Fernández Moreno, cerca de Parque Chacabuco, hay un retoño de un pacará Enterolobium contortisiliquum) histórico, también llamado coloquialmente timbó. El árbol original fue plantado cerca de 1770, en la quinta de una familia tradicional a la que pertenecía Saturnino Segurola. Este sacerdote, a principios del siglo XIX (entre 1810 y 1830), aplicaba con el aval del Cabildo la primera vacuna de la historia, que prevenía la viruela. Parece ser que el lugar de aplicación de las vacunas era al amparo del ya añoso árbol, bajo el cual se realizaban tertulias vecinales luego de la tarea. El árbol original fue removido en 1990 y luego reemplazado por un retoño.

La Plaza Lavalle es rica en árboles históricos y notables. Se destaca por su edad el ceibo de Jujuy ( Erythrina falcata), conocido como el ceibo de Alvear, que fue plantado en la inauguración de la plaza en 1878. El ejemplar fue apuntalado porque desde hace mucho tiempo está inclinado. Esta especie norteña es un pariente cercano del ceibo que tiene flores que son símbolo nacional, pero es un árbol mucho más corpulento.

Esterculia de Plaza Lavalle (Sterculia monosperma).
Esterculia de Plaza Lavalle (Sterculia monosperma). Fuente: Jardín – Crédito: Inés Clusellas

En Plaza Lavalle también hay un árbol notable por la rareza de la especie dentro del arbolado público: una esterculia Sterculia monosperma), una especie originaria de la China y de clima subtropical, con semillas comestibles.

Gomeros de la Plaza San Martín de Tours (Ficus macrophylla).
Gomeros de la Plaza San Martín de Tours (Ficus macrophylla). Fuente: Jardín – Crédito: Inés Clusellas

Muy añosos son los gomeros de la Recoleta, en la Plaza San Martín de Tours. Están emplazados en el lugar donde estuvo la finca de Martín Altolaguirre, quien los plantó a principios del siglo XIX. Al igual que el gomero de la Plaza Lavalle, pertenecen a la especie Ficus macrophylla y son notables por su monumentalidad. Entre los retoños están los del «Árbol de Artigas» en Plaza República del Uruguay y en la Plaza 25 de Agosto.

Retoño del árbol de Artigas (Peltophorum dubium).
Retoño del árbol de Artigas (Peltophorum dubium). Fuente: Jardín – Crédito: Inés Clusellas

El prócer uruguayo vivió sus últimos años en el Paraguay y en su finca había un ibirá pitá Peltophorum dubium) bajo el cual se dice que pasó muchas horas de su exilio. De ese árbol han partido muchos «hijos» para homenajearlo.

En las Barrancas de Belgrano hay un retoño del pino de San Lorenzo. El pino original ( Pinus pinea), arraigado en el convento San Carlos en Santa Fe, es posible que le haya dado cobijo a San Martín mientras firmaba el acta de la Batalla de San Lorenzo en el año 1813. El original, luego de una larga decadencia y con más de 200 años, tuvo su fin luego de una tormenta, pero ya a mediados del siglo XX se distribuían y plantaban sus retoños.

Por: Florencia Cesio – lanacion.com

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