marzo 28, 2024
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Romances cibernéticos, por chat en Redes Sociales-cuando los países separan-

Pascal decía -famosísima frase, entre otras-: el corazón tiene razones que la razón no entiende. Y el corazón, muchas veces, suele quebrarse en soledad. Es entonces cuando, tal vez, algoritmos nos reúnen con un otro, otra. Red Social. Solicitud de Amistad aceptada. Comienza, en algunos casos: el chat, ese mensaje particular que llega como un quien no quiere la cosa y con el devenir, la quiere con pasión.

Comenzará con pequeños hechos a contar o comenzará con la profundidad o tendrá su ruta peculiar. Siempre es depende. Cada ser humano tiene su estilo, único, valioso. Seguirá con días de azaroso encuentro. Para luego, combinar horarios.

Y el tiempo se reúne en charlas que dan filo a la médula. Las fotos de perfil se observan como un regalo obsequiado por Neptuno, desde las profundidades del océano emerge la figura, esa cara que, aún siendo inaccesible, palea la soledad.

Digo inaccesible pues son numerosos los casos en que: chico conoce a chica, chico conoce a chico, chica conoce a chica; pero ambos viven a miles de kilómetros de distancia. Y la realidad material aprieta, ajusta guiones cuando se comprende que nunca será consumado aquello que se siente. No lograrán viajar. No lograrán encontrarse.

Tic Tac, Tic Tac: el tiempo oprime. Las distancias quitan piel y hueso. No existen expectativas, cuando se es consciente de que el reloj reinará y la lejanía. Una lejanía que no puede transitarse en amor consumado sino en horarios cuando la suerte ocurre.

¿Es posible un romance vía chat, en Redes Sociales, cuando se encuentra en otros países? Afortunados los amantes pues el brillo los persigue. A pesar de kilómetros que parecen reírse en nuestras caras. Que nos permiten una lectura, una llamada, una video-llamada. Nada más.

Cuando la realidad económica “mete la cola” no hay mayor sabiduría que aceptarlo. ¿Pero es factible aceptarlo? Como seres humanos nuestro Derecho también es soñar. Pero el sueño termina pronto, cuando la hora define el final de la charla. Y cada quien volverá a su libertad. Y más allá, se volverá al pensamiento del amado/a-amador/a cibernético. A la impotencia de viajes que calzan en lo imposible. El amor no consumado. No vivenciado. Con ese ser libre que dolerá como cintas de contención, como amarres de cuerda, como lo que no se entiende ni se tolera, muchas veces.

El chat de Redes Sociales despierta parejas. El chat de Redes Sociales despierta esperanzas. También dolor, ese que nos come las manos en la medida que escribimos, sabiendo que las palabras no son kilómetros. Nada nos acercará más a ese hombre, a esa mujer. Entonces, abecedario gana en fuerza pero lo utópico sopla sobre el castillo de naipes.

Nos queda el calor. El aprendizaje. Se dice que es peor doler por lo que nunca sucedió. Sin embargo, pantalla a pantalla, de un país a otro, la magia también ocurre. A pesar de una duración asfixiante; el romance terminará cuando se apague el monitor. Pero no finalizará el deseo. Pues además es un Derecho la capacidad de amar. Contra viento y mareas. Contra territorios y culturas ajenas.

7,161.7 kilómetros

En el trastorno para inmolarse frente al monitor

donde las palabras dicen nada y dicen mucho

y se gana en simetrías peligrosas

y las calaveras quieren más placer

imposible

porque eso es todo lo que nos ha quedado

huesos y calibres y rutas criminales

con climas que sepultan puntualidad

en estilos de mí misma cuando podría besarte

con signos de interrogación. Fuente:
-mi propia experiencia

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