abril 27, 2024
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Humedales, protegerlos del mal manejo y ausencia de regulación de actividades  

Uno de los temas centrales para la humanidad, en general, y para cada una de las naciones, en particular; es la conservación del ambiente. El planeta, su suelo, el agua, la flora y la fauna, entre otras cosas, son los recursos que la naturaleza pone a disposición de la humanidad para aprovecharlos en su beneficio y protegerlos para que no se extingan.

Lo cual sería dejar de disponer de esas herramientas. Cuando hayamos destruido, uno por uno, a todos los instrumentos que nos legaron para nuestra subsistencia, ¿de qué vamos a vivir? y ¿en dónde? Raro bicho el humano, el único animal que destruye su habitat, su nido, su casa. En esta oportunidad, el tema está referido a la protección de los humedales del peligro que representamos nosotros mismos. A partir del 4 de agosto, se encuentran en estado parlamentario, alrededor de trece proyectos, (3 en el Senado y 10 en Diputados), para tratar una ley por la conservación, protección y uso racional sostenible de los humedales. En otros intentos, llevados a cabo en los años 2013 y 2016, había un principio de acuerdo en el Senado, pero cuando pasó a Diputados, se diluyó como si fuera una humareda. Allí se truncó y quedó en la nada. Apoyemos, para que, en esta oportunidad, pueda concretarse esta ley que es de una necesidad vital.

La razón de contar con esta ley

Son muchas las razones que obligan a contar con una ley que favorezca la preservación de los humedales. Las iremos describiendo en el curso de esta nota. En primer lugar, de los humedales depende buena parte del funcionamiento del ecosistema del planeta. Nos concentraremos en lo que acontece en nuestro territorio. En estos momentos es actualidad total, porque sigue ocurriendo algo que es fatal para la sobrevivencia de los humedales. Nos referimos a la oleada de incendios que se está produciendo en gran parte de nuestro país. Lo más grave es que, en algunos casos, son provocados de manera intencional. Los informes señalan que han sido afectadas 430 mil hectáreas en las provincias de Córdoba, Jujuy, Tucumán, Santa Fe, Entre Ríos, San Luis, Corrientes, Misiones, Chaco, Salta, Catamarca y La Rioja. Solamente en la región de islas del Delta del Paraná, 90 mil hectáreas fueron afectados por 8 mil focos de incendio.

Según el informe de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (FAUBA): «Las reservas de humedales en la Argentina se encuentran en vías de desaparición y degradación progresiva debido al mal manejo y ausencia de regulación de actividades humanas». La superficie ocupada por humedales es de 600.000 km2, que representa, un área del 21,5% de todo el territorio nacional. La necesidad es impostergable de resolución. Hay que reglamentar la conservación del ecosistema. Hay serio peligro de extinción. Teniendo en cuenta la sucesión de conflictos socio ambientales que se generan por acciones irresponsables, la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires FAUBA, informó que tanto el Consejo Directivo como los docentes y estudiantes, han decidido ofrecer su asesoramiento y colaboración al Poder Legislativo. Brindando el apoyo técnico correspondiente en la elaboración y tratamiento de la Ley.

Lo más saliente, es la falta de control en el uso del fuego para determinadas acciones en el tratamiento de los suelos sin guardar las normas de seguridad ni asesoramiento técnico poniendo en riesgo la producción y la vida de pobladores locales, para FAUBA: “Estas problemáticas ponen en evidencia la falta de regulación específica y necesaria en la protección de los humedales”. La Comisión de Interpretación y Reglamento de la FAUBA, coincide con los especialistas en la materia, sobre la utilidad de los servicios y funciones ecosistémicas indispensables con que los humedales aportan, ellos son: agua potable dulce y de calidad, filtrado y retención de nutrientes y contaminantes, provisión de alimentos, madera, fibras y combustibles.

En esta línea, la Comisión describe su importancia, con estas palabras: “Juegan un papel fundamental en la regulación climática, el mantenimiento de las fuentes y caudales de agua, la protección contra fenómenos naturales como por ejemplo la regulación de inundaciones y sequías, estabilización de costas, entre otros. Son sumideros de carbono”. Seguimos sumando las razones sobre la necesidad de una ley para la protección de los humedales al describir cuantos son los beneficios que estos ecosistemas nos brindan. Son una gran cantidad y representan el bienestar ambiental de la flora y la fauna, entre la cual estamos incluidos. Nosotros, los humanos, que además somos los principales causantes de la posible extinción de estos mecanismos de supervivencia que nos provee la misma naturaleza.

El Ingeniero Agrónomo Héctor Rosatto, docente e integrante de la Comisión de Interpretación y Reglamento de la FAUBA, agrega características a los humedales: “Son también reservorio de biodiversidad al brindar alimento, refugio y sitios de reproducción, para numerosas especies de invertebrados, aves, peces, reptiles y mamíferos. Lamentablemente la situación de los humedales en nuestro país es similar a la planteada por la Corte Suprema de Justicia, que declara que cubren solamente el 2,6% de la tierra, pero desempeñan un papel desproporcionadamente grande en la hidrología por unidad de superficie. Es decir, son sitios donde se desarrolla el ciclo hidrológico, responsable del agua dulce en nuestro planeta. Además, hay un consenso en que los humedales aumentan la resiliencia de las comunidades biológicas (entre las que nos encontramos) frente al cambio climático”.

Insistimos, debemos apoyar a que se llegue a aprobar, sin dilaciones, una ley consensada y mejorada para que se pueda disponer de una herramienta de protección y mantenimiento del sistema. Para la FAUBA: «Las reservas de humedales en la Argentina se encuentran en vías de desaparición y degradación progresiva debido al mal manejo y ausencia de regulación de actividades humanas, principalmente». Para el Ingeniero Agrónomo Héctor Rosatto, el marco regulatorio pertenece al ámbito de la Justicia, para que esto ocurra, es determinante que se elabore y apruebe la ley que contemple la normativa adecuada para resguardar el funcionamiento del ecosistema. A partir de su existencia, que la Justicia la aplique, de la manera adecuada para su cumplimiento: «Las controversias ambientales y de agua deberán ser resueltas en tribunales, y las leyes de aplicación interpretadas del modo más favorable a la protección y preservación de los recursos de agua y ecosistemas conexos. El contar con esta norma, implica contar con una ley de aplicación específica, de allí su importancia jurídica”.

 Los humedales son áreas con distintas características entre sí, con un elemento común que es el agua. Que puede provenir de las lluvias, los ríos, el mar o napas del subsuelo. Cada uno tiene sus propias características determinadas por el tipo de suelo, la flora y fauna que se integra. De esta conformación depende su funcionalidad. La superficie que ocupan estos sistemas en el planeta es de 12,1 millones de km2. Desde 1970, se ha experimentado, en el mundo, una tendencia a la perdida de estas estructuras naturales, la cifra es de un 35%. Los motivos, están relacionados con alteraciones en la utilización del suelo:  urbanización, deforestación, rellenos, incendios, etc. Cambios efectuados en la dinámica del agua, por: extracción, intercepción, desvíos, etc. Disminución de componentes por extracción:  pesca, maderas, pasturas, etc. Contaminación por distintos factores, como: agrícola, industrial y doméstica. Cambio climático. Incorporación de nuevas especies invasoras de flora y fauna.

Un tema preocupante que necesita imperiosamente de una norma que regule su funcionamiento, es la quema de pastizales. Es un recurso al que apelan algunos productores agropecuarios para cambiar el tipo de utilización del suelo. Se utiliza en gran parte del territorio. Hasta es aceptable que puedan determinar por sí mismos cual será el destino de la explotación de sus tierras. Mientras no existan perjuicios para el funcionamiento de otras actividades. Es en ese punto, aceptando que todo puede ser permitido, pero regulado según las formas más convenientes para todos los que dependen del ecosistema. Nada que lo altere puede ser aprobado. Únicamente con los protocolos que determinen las autoridades de aplicación que deben esta fundamentados en el asesoramiento técnico de los especialistas expertos en la materia.

Es el principio del correcto uso de la libertad. Somos libres de actuar de la forma que elijamos, el límite es cuando afecta la libertad del prójimo. Habitualmente, por tomar como un ejemplo, en la zona del Delta del Paraná, los productores realizan una quema de pastizales en el mes de setiembre para buscar el brote y volver a plantar. Ocurre, a veces, realizan esa operación un mes antes, para liberar el terreno para la cría de ganado o para plantar soja. Un cambio de actividad. No tendría nada de malo sino afectara al ecosistema que es un bien de la comunidad. El fuego seca los suelos, mata la flora y la fauna. Esa zona es uno de los humedales más importantes del mundo. Estas acciones tienen un efecto depredador y de graves consecuencias en el medio ambiente para el ecosistema del delta y el centro del país ya que la principal característica es la humedad y los aportes de los vegetales y animales.

Por estas circunstancias es de vital interés, por el bien de todos, y por encima de ellos, legislar por el beneficio del país que concluye repercutiendo en el bienestar de sus habitantes. Se debe estudiar profundamente la problemática planteada para regular la actividad de modo que no perjudique a nadie. Se tiene que entender que cada uno de nosotros, puede realizar lo que sea más conveniente para uno pero que no perjudique al resto. En el tema de lograr el mejor rendimiento del suelo se debe tener en cuenta que, afectando el ecosistema, puede variar el factor climático del medio ambiente, y puede perjudicarnos a nosotros mismos.

Hay que respetar la ecología y los sistemas. Cada región está estructurada naturalmente con ciertas particularidades. Por eso no se pude dejar al libre albedrío de cada habitante, el cambio de actividad productiva cuando constituya un riesgo para el resto de la tierra y sus habitantes. Defender la libre decisión, siempre en el marco de una regulación legislativa que ponga los límites donde deben ser necesarios, por el bien de todos.

Por Francisco Grillo

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