En la primavera porteña, un fenómeno natural transforma las calles de Buenos Aires en un lienzo violeta de belleza efímera. La floración del jacarandá, un árbol majestuoso originario de América del Sur, inunda la ciudad con su distintivo color púrpura, creando un espectáculo visual que cautiva a residentes y visitantes por igual.
El jacarandá (Jacaranda mimosifolia) es un árbol de hoja caduca que se destaca por su follaje delicado y sus llamativas flores en forma de trompeta. En Buenos Aires, esta especie se ha convertido en un símbolo de la ciudad, especialmente durante la temporada de floración. Aunque los jacarandás son nativos de América del Sur, han encontrado en la capital argentina un hogar propicio para su desarrollo.
La floración del jacarandá ocurre durante la primavera, generalmente entre los meses de octubre y noviembre. En este período, los árboles se llenan de racimos de flores violetas que contrastan vívidamente con el cielo azul y los edificios urbanos. La magnitud de la floración crea un paisaje extraordinario que transforma la rutina diaria en una experiencia casi mágica.
Este año en particular, la floración se ha demorado un poco, y los follajes no son tan tupidos, como otros años, pero ya se puede disfrutar de sus coloridos tonos por toda la ciudad.
En toda la ciudad, hay lugares emblemáticos que se engalanan con la presencia de los jacarandás en flor. El Paseo de la Recoleta y la Plaza Francia son dos destinos favoritos para aquellos que buscan sumergirse en la experiencia de la floración. Las calles de Palermo y Belgrano también se tiñen de violeta, ofreciendo a los caminantes un escenario impresionante para disfrutar.
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