abril 19, 2024
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Barrio 31: Abrió una librería con los libros que encontraban los cartoneros

El escritor Nadie Huamán Rojas es vecino de la Villa 31 y llegó a la Argentina hace 29 años desde Chosica, Perú.

Como apasionado de la lectura, en 2018 comenzó a juntar los libros que le vendían los cartoneros, y durante la pandemia abrió un local debajo de su casa.

Su apodo es “bigote”, vive y trabaja en el Barrio 31, a Nadie Huamán Rojas, la gente lo conoce por las calles del barrio. Tiene cuatro novelas publicadas, además de cuentos, poemas y antologías literarias, y, a su vez, participó cuatro veces del Encuentro Internacional de Escritores, Poetas y Artistas.

Durante la pandemia abrió la primera y única librería que existe en la Villa 31 y cuenta de dónde viene su primer nombre: “Nadie me puso mi padre. Él había buscado nombres en la Biblia, pero no le gustaba ninguno. Después leyó La Ilíada y La Odisea y le gustó este. Era de Odiseo, que había encontrado una forma de burlar las trampas que le hacían. En el colegio me hacían un montón de cargadas por mi nombre. Estaba cansado: Nadie se escapó, Nadie hizo esto”.

Llegó a la Argentina en el año 1993, desde su ciudad natal Chosica, Perú, y  en 2007 se instaló definitivamente en la 31. Aunque vivió en San Isidro y Almirante Brown, se enamoró de la “vida rebelde de la calle”. A su local lo nombró como “La Librería de Nadie”.

“Cuando me puse el local algunos pensaban que estaba bien, otros me decían ‘tenés que estar loco para vender libros acá. Para mí es una forma de compartir un granito de arena a los jóvenes de los que somos mayores”, recuerda Rojas.

Y agregó: “A mí me gustan todos los géneros. Me gusta mucho Marcos Aguinis. Me llamaron mucho la atención sus libros, que los he encontrado acá en la calle. Libros que no he podido leer en el Perú, acá los tengo. Hay grandes escritores en la Argentina. Él último que me gustó mucho, y que el escritor estuvo acá, fue “Ácido” de Ariel Azor”.

Además, el escritor remarca que intenta inculcar el hábito de lectura en los niños. “A veces vienen chicos a buscar historietas y los padres no quieren, prefieren comprar otras cosas. ‘Es porquería eso’, les dicen. Yo les digo que tienen que dejarlos, no hay que cortar esas etapas. Ahora todo es rápido, la gente no quiere imaginar. Pero la única forma de escapar e imaginar es por medio de la lectura”, dice Huamán.

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