abril 26, 2024
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¿POR QUÉ CREAN EQUIPOS DE FÚTBOL TRANS?

1 de noviembre, 2021

El equipo de fútbol FTM conformado por identidades trans mixtas le abrió la puerta de su casa a Buenos Aires Inclusiva y ellxs nos contaron, entre otras cosas, lo que se genera en el equipo puertas adentro. Conocimos a lxs jugadorxs, quiénes eran y por qué se reunían a jugar. Cuando pusimos el nombre de Mara Gómez en la charla se formó un lago de silencio. La mayoría de lxs jugadorxs, en un primer momento, no sabía de qué le estábamos hablando, lo cual nos permitió entender que se trata de un equipo amistoso, recreativo y, por ahora, sin ímpetu competitivo. “Entre una trans, por ejemplo, y una mujer cis, que vivieron vidas totalmente diferentes, si tienen el mismo nivel de hormonas para competir, lo que hace a la diferencia es el entrenamiento, no lo biológico”, dice el coordinador, un varón trans. No es asombroso que hoy en día sufran la discriminación del hombre cis y heterosexual de seguridad que les abre y cierra las puertas cuando van a entrenar en el Polideportivo Martín Fierro.

FICHAJE
DE JUGADORXS

La Casa Trans está pintada toda de blanca y tiene una arquitectura muy moderna. Lleva su nombre pintado de rosa y celeste, arriba; pero está enrejada: no por la gente que la habita, que no tiene problemas con su libertad, sino por la de afuera, la hétero cis, para que no se tienten a entrar y destruirla. Queda debajo la autopista, en la Avenida Jujuy 1341, cuenta con un consultorio médico especializado en diversidad, supervisión psicológica, un espacio de prevención para las adicciones y un programa para terminar la escuela primaria y secundaria, talleres de computación, y un plan para el acceso al trabajo. La parte de deportes la consideran recreativa, más que competitiva. Si el deporte es salud y la salud es casi inaccesible para las identidades trans, esta parece ser una oportunidad para ellxs.

Iván Puhlmann tiene 40 años y es el coordinador de FTM (Fútbol Trans Mixto), también de ATTTA (Hombres Trans CABA). Lleva el pelo corto y barba en el mentón que se extiende por las mejillas. Tiene una remera gris que le marca la panza y un short donde, de vez en cuando, se toca la entrepierna, como lo hacen los jugadores de fútbol; después me enteré que Iván usa una prótesis llamada paquete trans, es decir, un pene de silicona que sirve como bulto y para orinar parado. “Como verás, este cuerpo no se hizo en base a deportes”, me dice con voz de trombón, y el eco queda resonando entre las paredes. Cuenta que los hombres trans, siempre, como una de las características de las masculinidades trans, parecen ser más jóvenes. “Es que, generalmente, empezamos los tratamientos hormonales desde no muy chicos, entonces tenemos una masculinización que no va con la edad cronológica. Yo soy un púber de 40 años”. Salió a la vida como Iván a los 14 años, en 1994. “Nuestra realidad, en esa época, era totalmente diferente a la de ahora”. Iván fue adoptado cuando tenía 4 años. “No sufrí discriminación por mi identidad de género, sino por mi madre que era un ser muy violento, y decidí irme de mi casa desde muy chico. Pateé y viví en la calle. Mi vida se asemeja más a la de una compañera trans que a otra cosa… Fui adicto, chorro, todo lo que la calle te lleva a ser, hasta que dije ‘ok, quiero ser Iván’ y ahí empecé la transición de mi identidad de género y dije que no quería más eso, porque iba a terminar preso o muerto”.

Maka Saucedo tiene la cara tan blanca y brillante que parece una muñeca de porcelana; claro, tiene 19 años y una sonrisa casi constante en el rostro. Tiene el pelo negro y abundante, le llega por debajo de las orejas en forma de bucle; de vez en cuando, se lo acomoda. Es trans, no binaria, y hace un mes se operó haciéndose la vaginoplastia; está muy contenta, a pesar que todavía está en período post operatorio y no puede entrenar hasta dentro de unas semanas. Le apasiona el software y estudia para ser licenciada en matemáticas. Empezó a jugar al fútbol, sin que le gustara, lo hacía por una cuestión de integración, en el 2019. “El ambiente era cómodo, por eso entré”. Juega como arquera. Lo que más le gusta es: “Pasarla bien con mis amigues. Acá no hay peleas; hay buena onda y respeto”. Cuenta que cuando era chicx jugaba con sus primos pero después, en el secundario el ambiente se tornó hostil, y como ellx no jugaba bien, dejó de hacerlo. Piensa que les faltó comprensión, acompañamiento, estímulo al juego, más allá del resultado. Le pregunto si admira a alguna princesa de Disney y se queda callada; me mira extrañada. Alguien nombra la palabra animé y ella grita entusiasmada: “Ah sí”, dice: “Bleach es mi favorito; es bastante viejo, del 97, pero me encanta”. La serie narra las aventuras de Ichigo, un adolescente que interactúa con espíritus. Una noche, Ichigo se encuentra con una shinigami —Diosa de la muerte— quien se sorprende que él pueda verla. Después aparece un espíritu maligno y la Diosa de la muerte resulta herida, y por ese motivo intenta traspasarle sus poderes a Ichigo; para que pueda enfrentarse al espíritu maligno en igualdad de condiciones. “Lo que me gusta son los valores de la dignidad, cómo tratan a las personas, el tema de esforzarse para lograr algo… Las películas de Harry Potter también me gustan mucho. Me sé la mayoría de los diálogos de memoria”.

Joaquín Ian es de pocas palabras. Tiene una gorrita verde, piercing y tatuajes, una cadena plateada, larga que cuelga de su cuello como si fuese un rapero. Tiene 28 años y empezó como arquero, aunque nunca antes había jugado al fútbol. “Le tenía rechazo y miedo a lo que me dijeran o cómo me miraban. Al principio no cazaba una y la buena onda me gustó”. El compañerismo es lo se prioriza en estos encuentros que no son competitivos. “Está bueno cortar con lo machista que es el fútbol”.  Cuando le pregunto si tiene algún jugadorx como referente, que le gustaría jugar como él o ella, dice: “La verdad es que no conozco a nadie. Juego pero no veo deportes”.

¿Cómo
construiste tu masculinidad?

Yo no digo que soy hombre. Construyo la masculinidad cortando
todo lo binario. Yo digo que soy una masculinidad trans, no binarie y marica.
Hay muchas masculinidades que son super binarias y yo me considero más marica.
Es un pensamiento político. El binarismo alimenta el machismo. El binarismo
viene a cortar con eso. Yo viví muchas situaciones…Siempre me junté con pibes
cis, que marcaban una cosa machista; yo sabía que eso estaba mal… Cuando empecé
con la testo me empecé a liberar de todo eso. Ahí fue cuando corté con los
estereotipos machistas y empecé a decir que era marica, re marica, apoderándome
de la palabra, empoderándola y haciéndola parte de mí. Cuando me pegan
pelotazos fuertes yo grito así, bien marica…

Maka: Los chips que te instalan… Dominar a la otra persona es,
para ellos, sinónimo de ser fuerte. Fuerte de macho. Entonces, si sos activo
sos el más macho. Si sos pasivo, para la sociedad paki, estarías del lado de la
mujer, y eso para ellos es malo… 

¿Qué
cosas te gustan, además de jugar al fútbol?

Ian: No miro tele. Películas tampoco. Lo único que me gusta
es la música, me encierro mucho en la música. Me siento muy reflejado con el
rap español, Ancor Espino, también me gusta el perreo, pero no soy tan del
perreo… Hace muchos años escribía y ahora estoy volviendo a escribir cosas… que
no llegan a ser poemas.

Cuando
me decías que tenías muchos amigos varones te imaginé parando en una esquina…

Soy de Caballito pero estuve viviendo en zona sur, oeste, en
todos lados. Estuve mucho tiempo en Mataderos, donde tuve mi círculo de
amistad; porque siempre me gustó la calle… Conocía gente, no me preguntes cómo:
de la vida, de la noche, de la calle. Me invitaban a algún lugar y me quedaba a
ranchear con ellos; me iba hasta allá.

EN
LA CANCHA

Yo, además de psicólogo, escritor y periodista también jugué
al fútbol. Formé muchos años parte de Los Dogos, con el equipo viajé a Estados
Unidos para jugar un Mundial. Di varios reportajes y siempre me preguntaban lo
mismo: ‘¿Qué necesidad tienen de armar un equipo gay? ¿Por qué no juegan con
todo el mundo y se integran?’ Les conté eso y prometí no preguntarles por qué
armaron un equipo de fútbol trans, habiendo equipos gays ya conformados.
Mientras hablaba me daba cuenta que no lxs convocaba la orientación sexual –en
la mayoría de ellxs fluida, como me dijo Maka “Yo me enamoro de personas, no de
su sexo”- sino que lo que lxs unía era haber pasado por una transición, por una
identidad de género no cis, autopercibida. Iván, sentándose en una camilla
negra, con las piernas semi abiertas, decía: “La idea de formar un espacio
deportivo es por la exclusión de los cuerpos trans en cualquier ámbito
deportivo. Las amigas deportistas que jugaron en equipos femeninos, en el
deporte que sea, siguen siendo vistas como masculinidades, por las fuerzas
corporales, las habilidades… La mayoría de las masculinidades trans que han
querido tener un acercamiento al deporte no lo han podido concretar, porque eso
correspondía a actividades masculinas”.

La
cuestión física de cada unx tiene que ver con su entrenamiento físico, va más
allá de la constitución biológica que cada unx porte, ¿no?

 Sí, eso que el hombre
cis es más fuerte que la mujer cis es un mito. Una persona que esté entrenada
va a tener más resistencia, más fuerza física y no tiene nada que ver si es
hombre o mujer. La idea de los encuentros trans es para despojarnos de la
vergüenza.

¿De
qué vergüenza hablas?

Y, mirá, nunca hice deporte… Soy malo jugando… Y, a lo mejor,
siempre quise pero me dio vergüenza. Romper con esa limitación. Lxs compañeres
que han jugado en ligas masculinas o femeninas tienen otra experiencia con el
cuerpo.

¿Qué
otras vergüenzas tienen?

Nos encontramos con jugadores que tienen miedo al contacto
físico, le temen al golpe. Y tenes compañeres que han tenido experiencia
deportiva y enseñan a lxs demás a manejar el cuerpo, desde cómo caer hasta cómo
enfrentar al rival. El fútbol es un deporte de contacto.

TRANS
NO ES GAY

Maka, con una voz que se asemeja a la de un rosal, dice: “En
el equipo trans-mixto, nadie se fija qué es lo que tenes entre las piernas,
todxs se sienten cómodxs. La mayoría de las chicas no juegan porque se tienen
que trucar y acá vos podes jugar como quieras. Los chicos a veces usan binder
para comprimir el pecho y como estamos entre pares, a veces, se lo sacan y
nadie les dice nada. La idea es compartir un espacio deportivo y recreativo, y
lxs chicxs dijeron: ‘queremos formar un equipo’.

Iván cuenta: “Esto empezó para divertirnos, para tener un
acercamiento al deporte. Ariel Velázquez fue el entrenador y el que impulsó
esto en el 2018. La idea de formar este espacio fue para personas trans, para
que no tengamos vergüenza y vayamos empoderándonos de nuestros cuerpos y
reconociendo que también tenemos habilidades, que quizás no las descubrimos de
más jóvenes o de más chiques. Vamos avanzando a medida que va creciendo el
compromiso. Ahora ya tenemos camisetas…

La
libertad de estar entre pares…

Sí, pero también atravesamos la discriminación. La violencia
está. La población trans no tiene acceso a muchas cosas que la gente cis, más
allá de su orientación sexual, sí tienen. Gracias a que hay una Ley de Identidad
de Género… que hay agrupaciones civiles, la defensoría, la federación, que hay
recursos para luchar contra la discriminación; antes eso no pasaba. La idea es
generar más espacios de deporte, dentro del colectivo trans, y de a poco ir
sumando.

¿Dificultades?

Y, no tener entrenadorxs, preparador o preparadora física
trans. Recurrimos a lxs que tienen una sensibilidad especial con las
corporalidades trans, como Ariel, y que les da tranquilidad a lxs compañeras
trans, a pesar de que él no lo sea. Los hombres cis dicen que quieren jugar más
despacio, por los chicos trans. Los chicos (trans) se pueden lastimar las
piernas como vos se la podes lastimar a él… 
La lectura sigue siendo machista, normativa… A las compañeras las siguen
viendo como hombres y a las masculinidades como mujeres; por eso dicen: ‘Uy,
mirá si lo lastimo… Mirá si se cae…’.

Maka: Por ejemplo, hay muchas chicas cis que son mucho más
fuertes que yo. Y supuestamente, porque yo nací hombre tengo más fuerza que
ella’. Y en el Polideportivo
el de seguridad nos trata en masculino a las chicas. Nos mira mal. Nos apaga
las luces. A los compañeros no los dejaban ir al vestuario…

Iván: Hay
que ser estratégicamente político para que no nos saquen el lugar. Antes si
había un campeonato no teníamos cancha o nos daban 20 minutos o nos apagaban
las luces. Eso lo considero una violencia y discriminación porque no pasa con
otros equipos ni escuelas de fútbol.

¿Cómo hacen con los vestuarios
porque supongo que no son mixtos como el equipo?

Ian: Cuando vamos, vamos todxs juntos y nos cambiamos en los
baños. No usamos las duchas, porque está esa mirada dentro del club que nos ven
y nos ponen incómodos a nosotres. Tratamos de acompañarnos más.

Noto
una diferencia con los equipos gays, donde los chistes sexuales están en primer
plano. Ustedes son más trankas, como que la cosa pasa por otro lado…

Iván: Lo que pasa es que nuestras identidades, y sobre todo
la de nuestras compañeras, son muy sexualizadas y acosadas; constantemente,
entonces no manejamos ese código. Y las masculinidades trans no son así. Pero
igual, vas al vestuario y están los chistes. Nosotros usamos los paquete trans
y nos reímos porque uno se compró uno muy grande y otro uno muy chico. Que si
la tenes muy grande o muy chica, dicen. ¡Pero nosotros la sacamos y la mostramos!
Tiziano fue el primero que se compró la más grande, la más cara, la más todo, y
le decíamos: ‘A ver, trae tu pito para acá. Mostrame tus huevos’. Y pasaron
tipos y nosotros con la pija de Tiziano en la mano. La gente se quedaba
espantada. Cuando estaban las personas cis nosotros decíamos: ‘Todos pasamos
por la pija de Tiziano’, porque todos se la agarramos para ver cómo era. Ahora
hay un mercado muy grande para masculinidades trans.

GRAN
HERMANX

Ian vive en la casa de Iván, a quién considera su padre. Cuentan
que dentro de la comunidad trans crean familias por la expulsión del hogar por
la que pasaron. Se trata de un ritual que se originó con las compañeras trans.
En vez de apadrinarse se crea un vínculo familiar fuerte. Dice: “Tenés tías,
madres. Las masculinidades trans entramos en un reconocimiento social desde
hace muy poco y de ahí que empiezan a multiplicarse los rituales. Yo me
resistí, durante muchos años a ser padre; porque es una responsabilidad.
Terminé con cuatro hijos: una hija trans y tres varones trans. Siguen viviendo
conmigo porque como adultos siguen viviendo la exclusión. La exclusión es no
tener acceso al trabajo, no poder sostener un departamento. Y donde viven uno
viven dos, tres, cuatro… Pero tiene que ver con eso, con la exclusión temprana
del hogar, con la falta de oportunidades. Entonces, nos vamos reforzando
constantemente, generando vínculos y eligiendo ser parte de una familia. Ahora
que estoy bien con los hijos paso a los sobrinos; porque es una
responsabilidad”.

¿Cómo
es ese ser padre?

Y, estar presente…Tratar de guiar a las personas de la mejor
manera posible. No cometer los errores que hicieron con vos. A veces te llevas
6 años con tu hijx, o es más grande que vos; este no es mi caso. Cuando hablas
de mayor o menor no tiene que ver con la edad sino con el tiempo cronológico
con el que llegó. Él, Ian, es el menor y el más grande en edad. Generamos estos
vínculos que son importantes. Rituales que no viviste como que alguien te
despierte con un desayuno sin que te esté gritando. Compartir la fraternidad y
crear vínculos desde otro lugar.

FTM (Fútbol
Trans Mixto)

Espacio de
fútbol recreativo para personas trans y en transición

(No importa la
edad o la experiencia)

Polideportivo Martín Fierro (Oruro 1310,
CABA)

Preguntar por
nuevos horarios

No se paga la
cancha.

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