Yo te miraba de arriba
cuando eras todo de barro,
pero pasaron los años
y hoy sos un hermoso barrio.
Cómo podía yo pensar
que mientras ibas girando,
mi corazón de latón
tu nombre iba pronunciando.
El tano Don Nicolás,
la pulpería inaugurando,
me colocó sobre el techo
cuatro puntos señalando.
Me cambiaron de lugar,
me limpiaron, me lustraron,
y en el Museo de Luján
una tarde me dejaron.
Muy lejos de la estación,
de Ferro y del Mercado
se me piantó un lagrimón,
esas calles extrañando.
Y ahora que la barriada
cumple sus 200 años,
voy a volver como siempre
al lugar que tanto extraño.
El tiempo sigue su curso,
los años iran pasando
y yo, orgullosa veleta,
siempre seguiré girando.
por Nora Díaz